En plena revolución digital, casi sin ser conscientes de ello, generamos datos constantemente, muchos de los cuales quedan almacenados: es lo que llamamos big data o datos masivos. El big data supone una nueva revolución, como lo fue en su momento la llegada de la electricidad a la sociedad. Los datos se han convertido en un elemento fundamental de la economía. Pero ¿de dónde salen, cómo se analizan y qué utilidad pueden tener estos datos en nuestra sociedad?
Hablamos de big data cuando tenemos un volumen de datos del orden del petabyte, esto es, un millón de gigabytes. Sin embargo, para que estos datos nos sean útiles y nos aporten conocimiento, es necesario analizarlos adecuadamente. La Comisión Europea está impulsando el buen uso de los datos para cambiar la sociedad. Según este organismo, el análisis del big datapuede proporcionar oportunidades a sectores tradicionales como el transporte, la salud o la fabricación, y puede mejorar la investigación y acelerar la innovación, además de influir en la productividad.
En esta línea, uno de los campos más prometedores es la medicina, ámbito en el que el análisis del big data puede contribuir a reducir los costes de la investigación clínica o ayudar a gestionar mejor la utilización de los medicamentos. Otro gran campo de aplicación es la bioinformática, que nos ha llevado a la llamada Era ómica, en relación a la genómica, o a la proteómica, que ha supuesto un paso de gigante en la biotecnología o la biomedicina.
Otras utilidades para la sociedad son las aplicaciones del big data en el ámbito de las ciudades inteligentes (smart cities), que permiten, por ejemplo, cambiar la duración de los semáforos a partir de sensores. En economía también se aplica para calcular la tasa de inflación de manera más rápida.
Para procesar y analizar esta clase de información, se están desarrollando sistemas de aprendizaje automático que pueden aprender mediante algoritmos a partir de los datos recibidos.
Ahora bien, toda esta tecnología innovadora choca con un aspecto social importante, como es la privacidad y el control de la información que genera cada uno de nosotros, desde la relativa a nuestro consumo hasta la relacionada con nuestra salud.
El big data abre la puerta a un nuevo futuro. ¿Podrá sustituir la decisión médica a partir de una valoración objetiva basada en millones de datos? ¿Estamos dispuestos a facilitar nuestros datos personales y sanitarios? Actualmente, las leyes de protección de datos no permiten utilizarlos. En este sentido, uno de los grandes retos de la sociedad es obtener un marco regulador válido para el big data. No es posible detener la evolución tecnológica; por lo que es necesario promover una regulación legal en favor de los individuos y que cuide de la información que se recoge de cada uno de nosotros.
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